
Que el toro de lidia viva con libertad y dignidad, y no tras las rejas del olvido. Y que la plaza siga viva al eco de un ‘olé’, y no se hunda en el silencio.
La tradición no se hereda, se defiende.
Hoy la suerte está echada y nos toca a nosotros como aficionados tomar acción.
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Porque estamos a tiempo… de no quedarnos callados.